Lo feo de lo bello

10.08.2012 10:23

 

El pensador Plotino afirmaba que “En realidad no hay belleza más auténtica que la sabiduría. Prescindiendo de su rostro, que puede ser poco agraciado, buscamos su belleza interior”. Palabras que hoy muchos consideran desvirtuadas, porque ven la belleza en curvas perfectas.

Si en el Barroco, los cuerpos rellenos eran la “moda”, ahora no faltan quienes piensen que aquel ideal estético, era antiestético.

Baudelaire decía que “Lo bello es siempre extravagante. Tiene un punto de sorpresa que lo convierte en algo especial” Y ahora sí que se ha vuelto especial, cuando muchos entienden por belleza cuerpos delgados, grandes senos y buen bronceado.

¿Qué tan bello es esto? En ocasiones ese bello anhelo se convierte en una obsesión fotocopiable.

Por fortuna no son todas las mujeres, pero si un buen número de ellas, se empeña en una homogeneidad dominante en la que se pierde la autonomía.

Y la dependencia es fea: desencadena en un cambio social, en el que la autoestima es baja, y la capacidad de crítica y participación muy pobre. Ese rostro de la belleza actual podría ser entendido y a la vez incomprendido en el rostro de las ficciones. La ficción del tener, no del ser. 

Así que mientras algunos creen que la mujer bella es la de los catálogos de ropa interior; otros pensamos que es más bella la que piensa y actúa.

En las mujeres de senos pequeños, en las que aman otras músicas (diferentes a las del perreo), y en las que prefieren pensar en lugar de obedecer a los cánones del mercado; en ellas también hay belleza, nobleza de la autenticidad, estructuras sólidas que no caen en banalidades exigidas. Eso es belleza.